“Necesitamos una Agencia del Sistema Nacional de Salud que ejecute las estrategias sanitarias de ámbito estatal”

Julio Sánchez Fierro

Resumen comparecencia de Julio Sánchez Fierro, miembro del Steering Committee del Instituto ProPatiens, en la Comisión No Permanente de Reconstrucción Social y Económica

» El enorme impacto de la crisis del coronavirus sobre el funcionamiento del SNS aconsejan un análisis sereno y una profunda reflexión sobre su actual situación y futuro. En una primera aproximación cabría decir que, en su conjunto, hay que mantener la positiva valoración de nuestro sistema sanitario, especialmente en lo que se refiere a los profesionales, cuya capacidad de entrega y dedicación son ejemplares, como ha podido constatarse en esta pandemia.

Sin embargo, la organización y funcionamiento del Sistema Nacional de Salud son ciertamente mejorables. Desde la completa transferencia de competencias sanitarias a las CCAA, hace dos décadas, se han ido acumulando problemas. En mi opinión, el primero de ellos es el de la desigualdad territorial que sufren los pacientes en el acceso a prestaciones y servicios. La discriminación territorial genera inequidad y hace que se resienta la cohesión y la solidaridad. Es decir, es necesario evitar que nuestro SNS se siga agrietando en perjuicio de los pacientes y sus familias.

Para ello, habría que recuperar los mandatos inequívocos de la Ley General de Sanidad y de la Ley de Cohesión y Calidad para garantizar la igualdad efectiva de derechos sanitarios. Pero no es esta la única cuestión que requiere la atención de los poderes públicos.

Cuestiones clave que necesitan ser tratadas

  • dar voz a los pacientes y sus asociaciones, como derecho colectivo, no como un gesto de buenismo político,
  • mostrar mayor sensibilidad ante el cambio de paradigma sanitario en razón a los fenómenos de la cronicidad, el envejecimiento y la dependencia,
  • reconocer la prioridad que deben tener la Atención Primaria y las políticas de Salud Pública.
  • reformar el modelo de financiación,
  • abordar la planificación de recursos e infraestructuras a corto y medio plazo,
  • impulsar a través del diálogo social una la política de recursos humanos, basada en la estabilidad en el empleo y en la motivación de los profesionales,
  • revisar la política de medicamentos, centrada en la contención del gasto y sin apoyo a la innovación,
  • afrontar el problema de la creciente obsolescencia en equipamientos tecnológicos
  • tender puentes efectivos entre los servicios sanitarios y sociales.

Atender a estos requerimientos desde el mayor consenso posible, nos situaría en el buen camino: el del fortalecimiento del SNS. Es cierto que buena parte de estos problemas son anteriores a la crisis del coronavirus, pero esta pandemia los ha acentuado.

Desde hace tiempo preocupaban las listas de espera, pero el parón asistencial ha hecho que estas sean aún más largas (más de 700.000 pacientes; el doble que hace 10 años). Ahí están también muchos pacientes que han visto interrumpidos sus tratamientos y miles de sanitarios, contagiados o en baja, que han acumulado días de trabajo sin descanso, a pesar de no contar con adecuados medios de protección.

Soluciones para fortalecer el SNS

El modelo descentralizador de la gestión asistencial, al que responde la Ley General de Sanidad, culminó hace 20 años. La Ley de Cohesión y Calidad, que contó con el consenso de todos los Grupos Parlamentarios, fortaleció el Consejo Interterritorial para promover una coordinación sanitaria a mas eficaz nivel macro. El devenir del tiempo ha evidenciado que el Consejo ha sido más un foro de debate y confrontación, que un espacio de encuentro y colaboración entre las Administraciones sanitarias.

Por ello, sería necesario complementar el andamiaje institucional, diseñando nuevas vías para dotarle de mayor ejecutividad. A tal fin, el Consejo Interterritorial, que seguiría siendo el órgano para adoptar los acuerdos básicos, contaría con una Agencia del Sistema Nacional de Salud, a cargo de la cual correría la ejecución de las Estrategias sanitarias de ámbito estatal, aprobadas o que puedan aprobarse en el futuro.

La Agencia tendría naturaleza de organismo autónomo y su carácter sería fundamentalmente técnico. Algo similar al Instituto de Salud Carlos III o al INGESA.

Pero para que la gobernanza mejorase también habría que hacerla más participativa, lo que debería conllevar la incorporación de las Organizaciones de Pacientes y de las Sociedades Científicas al Comité Consultivo del Consejo Interterritorial.

Asimismo, habría que reorientar la asistencia sanitaria para garantizar la continuidad en los procesos asistenciales y para evitar que la superespecialización y la tecnomedicina acaben postergando los valores del humanismo, la dignidad y la libertad de los pacientes.

En cuanto a la continuidad de los procesos, es imprescindible implementar una política que la garantice desde la AP a la Atención especializada y entre los diferentes Servicios hospitalarios. Se lograría así una gestión más eficiente y se evitaría desorientación e inseguridad a los pacientes. A tal fin sería preciso acordar los correspondientes protocolos, contando con las Sociedades Científicas y las Asociaciones de Pacientes.

Respecto a la humanización asistencial, hay que decir que no basta con reconocer sus derechos a los pacientes. Hay que dar un paso más: humanizar la atención sanitaria. Para ello, habría que reconocer y apoyar la importancia que, para lograrlo, tienen la forma de organizar la asistencia, especialmente en hospitales, la formación de los profesionales en valores humanistas desde la Universidad y el desarrollo de habilidades de comunicación con los pacientes.

Una Atención Primaria debilitada

La crisis del coronavirus ha puesto de relieve, aún más, la endeblez de la Atención Primaria. En efecto, es notoria la falta de recursos humanos, técnicos y económicos, el empleo precario y la desmotivación.

Planes para corregirlo no han faltado. El último, el pasado año. Sin embargo, hasta ahora no ha habido suficiente determinación.

Si de verdad se quiere contar con una robusta AP, habría que ponerse cuanto antes en marcha para conseguir:

  • Dedicar mayor tiempo por paciente,
  • Aprobar protocolos de coordinación con las estructuras de Salud Pública y con el nivel de Atención Especializada, fortaleciendo la comunicación vía internet,
  • Desburocratizar la gestión de pruebas diagnósticas,
  • Hacer un seguimiento telemático periódico de pacientes crónicos,
  • Revisar la organización en el medio rural, reaccionando ante los efectos insolidarios de la España vaciada.
  • Agilizar el sistema de atención a desplazados de otras CCAA,
  • Aprobar protocolos de coordinación con la Farmacia Comunitaria,
  • Intensificar la atención de pacientes frágiles (mayores, dependientes, personas con discapacidad).

Discurso Completo Julio Sánchez Fierro