El riesgo de que el cáncer de mama precoz se extienda a otra parte del cuerpo oscila entre el 6% y el 22%. Según los primeros resultados de un amplio y detallado estudio mundial sobre el cáncer de mama metastásico presentado en la Sexta Conferencia Internacional de Consenso sobre Cáncer de Mama Avanzado (ABC6).
El estudio también muestra que ciertas mujeres tienen un riesgo mayor que otras, entre ellas las diagnosticadas de cáncer de mama a una edad más temprana, las diagnosticadas con tumores más grandes en el momento del diagnóstico inicial y las que padecen tipos específicos de cáncer de mama, por ejemplo los denominados luminal B.
Cada año se diagnostican alrededor de 2,3 millones de personas con cáncer de mama en todo el mundo, pero éste es el primer estudio de este tipo que investiga cuántas de estas pacientes acaban desarrollando un cáncer de mama avanzado (CMA). Los investigadores afirman que el nuevo estudio arroja luz sobre el alcance del cáncer de mama avanzado, quiénes corren más riesgo y qué tratamientos son necesarios.
La doctora Eileen Morgan, del Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (CIIC), que presentó la investigación, explica que «el cáncer de mama es la forma más común de cáncer en el mundo. La mayoría de las mujeres son diagnosticadas cuando el cáncer se limita a la mama o sólo se ha extendido a los tejidos cercanos, pero en algunas mujeres, el cáncer crece y se extiende a otras partes del cuerpo o reaparece en una parte diferente del cuerpo varios años después de terminar su tratamiento inicial«.
«En ese momento –prosigue–, el cáncer es mucho más difícil de tratar y el riesgo de muerte es mayor. Sin embargo, no sabemos realmente cuántas personas desarrollan cáncer de mama metastásico porque los registros de cáncer no han recogido estos datos de forma rutinaria».
Los nuevos hallazgos forman parte de un meta-análisis de la literatura disponible. Esto significa que los investigadores reunieron los datos de todos los estudios diferentes que pudieron encontrar sobre el cáncer de mama y su propagación a otras partes del cuerpo. Al combinar muchos datos, los investigadores pueden obtener la información más fiable sobre el riesgo general de metástasis y cómo varía en los distintos grupos de pacientes.
Este análisis incluyó a decenas de miles de mujeres que participaron en más de 400 estudios de América del Norte y del Sur, Europa, África, Asia y Oceanía. Este metaanálisis en curso permitirá a los investigadores estudiar muchos factores y cómo influyen en el riesgo de metástasis, pero empezaron estudiando la edad de las mujeres cuando se les diagnosticó el cáncer de mama, y los diferentes tipos y estadios del mismo. También analizaron si las tasas de metástasis han cambiado con el tiempo.
Las mujeres diagnosticadas por primera vez por debajo de los 35 años tienen un riesgo del 12,7% al 38% de que su cáncer de mama reaparezca y se extienda a otras partes del cuerpo, mientras que las mujeres de 50 años o más tienen un riesgo del 3,7% al 28,6%.
El análisis muestra que el riesgo global de metástasis para la mayoría de las pacientes con cáncer de mama se sitúa entre el 6% y el 22%. Se trata de un rango que refleja el nivel de riesgo de la mitad de las mujeres del análisis, con sólo una cuarta parte de las mujeres con un riesgo mayor y una cuarta parte con un riesgo menor (lo que se conoce como rango intercuartil).
Los investigadores afirman que el rango es amplio porque el riesgo varía mucho en función de los distintos factores de riesgo. Por ejemplo, las mujeres diagnosticadas por primera vez por debajo de los 35 años tienen un riesgo del 12,7% al 38% de que su cáncer de mama reaparezca y se extienda a otras partes del cuerpo, mientras que las mujeres de 50 años o más tienen un riesgo del 3,7% al 28,6%.
Según Morgan, «esto puede deberse a que las mujeres más jóvenes tienen una forma más agresiva de cáncer de mama o a que se les diagnostica en una fase más tardía».
Entre los distintos tipos de cáncer de mama, las mujeres diagnosticadas de cáncer luminal B (con receptores hormonales positivos y que tiende a crecer más rápido) tenían un riesgo de metástasis del 4,2% al 35,5%, frente al 2,3% al 11,8% de las mujeres diagnosticadas de cáncer luminal A (con receptores hormonales positivos y que tiende a crecer más lentamente).
El estudio sugiere que las tasas de recidiva a distancia, es decir, de reaparición del cáncer de mama tras el diagnóstico inicial y su propagación a otros órganos, han disminuido con el tiempo desde las mujeres diagnosticadas por primera vez en los años 70 y 80 hasta los diagnósticos más recientes, pero parte de ello puede deberse al tiempo que transcurre entre el primer diagnóstico de cáncer de mama y la aparición de metástasis.
Los investigadores seguirán trabajando con los datos que han recopilado para intentar cuantificar cuántas mujeres viven con cáncer de mama avanzado en todo el mundo, buscar otros factores que puedan alterar el riesgo y controlar cómo cambia el riesgo con el tiempo.
El doctor Shani Paluch-Shimon, miembro del Comité Científico de ABC 6 y director de la Unidad de Mama del Hospital Universitario Hadassah de Israel, que no participó en la investigación, reconoce que «ha habido un vacío de conocimiento sobre el número de personas que viven con cáncer de mama avanzado en todo el mundo. Este estudio es un paso adelante para llenar ese vacío».
Los investigadores ya han podido ofrecer la primera estimación fiable del número de pacientes con cáncer de mama que llegan a desarrollar la enfermedad en estado avanzado en cohortes contemporáneas e identificar algunos de los grupos, como las mujeres más jóvenes, que corren un mayor riesgo. La segunda parte de este estudio definirá cómo los registros de cáncer pueden recoger datos adecuados sobre las recaídas, de modo que podamos saber cuántas pacientes con cáncer metastásico hay en cada país.
«Esta información es, por supuesto, importante para los pacientes que quieren conocer su pronóstico, pero también es vital a nivel de salud pública para quienes trabajamos en el tratamiento y la prevención del cáncer de mama avanzado, para ayudarnos a comprender la magnitud de la enfermedad en todo el mundo», prosigue.
En este sentido, subraya que «ayudará a identificar los grupos de riesgo en las distintas poblaciones y a demostrar cómo está cambiando la evolución de la enfermedad con los tratamientos actuales. También nos ayudará a comprender qué recursos se necesitan y dónde, para asegurarnos de que podemos recoger y analizar datos de calidad en tiempo real, ya que esto es clave para la asignación de recursos y la planificación de futuros estudios».