Judith Escrig: «Con 12 años me diagnosticaron diabetes, con 16 celiaquía; crecí aprendiendo a controlar las dos enfermedades pero a veces no es fácil»

Judith Escrig paciente celiaquía y diabetes

Judith Escrig reside en Madrid desde hace tres años. Está en su segundo año de doctorado y es Química especializada en Bioquímica. Su carrera, su vocación, apareció en su vida cuando a los 12 años le diagnosticaron Diabetes Mellitus Tipo I. «Quería saber más y decidí que sería científica». Cuatro años después le diagnosticaron enfermedad celiaca. Convive con dos patologías autoinmunes y crónicas en las que la alimentación es clave. Hablamos y aprendemos con ella. 

Original de Castellón y residente en la capital del país desde hace tres años, Judith hizo su TFM sobre obesidad y diabetes, come de forma saludable y además sin gluten, practica deporte y lleva una vida lo más sana posible controlando sus dos patologías crónicas. «A veces es más fácil controlar una y otras veces la otra es la más complicada, pero lo importante es conocer a la perfección cómo se debe controlar cada una en cada situción», señala. Pero vamos por partes. Primero llegó la diabetes. 

-¿Cómo fue el diagnóstico? 

-Debuté  a los 12 años, una edad no tan habitual para debutar con una Diabetes Tipo I. Llevaba un año siendo diabética y no lo sabía, es algo de lo que te das cuenta después que empiezas a atar cabos. Notaba que me cansaba mucho después de hacer deporte, que me dolían las piernas…y comencé a adelgazar mucho aunque comía también muchísimo. Un tiempo después comencé a beber en gran cantidad. Me podía beber un litro de agua en 3 minutos, claro necesitaba filtrar el azúcar… Llevaba tiempo también con un granuloma en la mano que no se me iba, así que en la consulta del dermatólogo mi madre pidió unos análisis de azúcar porque ya tenía la sospecha. Ese resultado llegó unos días después, pero yo ya había acudido al médico y ya me habían diagnosticado porque en un análisis tenía ya 216 de azúcar. Fue un debut bastante tranquilo, aún así me ingresaron unos días para explicarme cómo iba ser mi vida a partir de ese momento. 

-Y, ¿cómo te cambió la vida? 

-El cambio es importante, sí. En el Hospital de Castellón teníamos a una enfermera educadora en diabetes y durante años iba a aprender con ella cómo cuidarme, qué hacer cuando te sube el azúcar, cuando te baja, a contar raciones… Creo que es imprescindible el apoyo profesional para que puedas aprender a cuidarte y a llevar una vida lo más normal posible entendiendo tu enfermedad. Estuve asistiendo a sus sesiones durante años hasta que llega un momento que tienes perfectamente controlada la enfermedad. En diabetes, la alimentación y el ejercicio es la clave, pero todos los días tienes que controlarte para saber qué necesitas en cada momento. Y además de aprender a escuchar a tu propio cuerpo, necesitas la ayuda de profesionales. 

-Una vez que te vas habituando a tu nueva vida con diabetes, llega la enfermedad celiaca, otra enfermedad autoinmune. 

-Sí, llegó a los 16 años. Mis padres ya estaban asustados pensando, qué más le puede pasar a nuestra hija… Fue en un control rutinario. Por ser diabética mis análisis son muy exhaustivos y por estar relacionadas celiaquía y diabetes, siempre me hacían serología de anticuerpos de celiaquía y en uno de esos controles, la transglutaminasa aparecía un poco más elevada. Así que a continuación la repetimos y pidieron más pruebas, la genética reforzaba la idea de que podía ser celiaca y tras la biopsia se confirmó. Así que a los cuidados de la diabetes había que sumar, a los 16 años, los cuidados de la celiaquía. 

«Cuando te diagnostican una patología crónica debes aprender a escuchar a tu propio cuerpo, pero también necesitas el apoyo profesional para que puedas entender y controlar tu enfermedad»

-Los cuidados de la celiaquía no son pocos, precisamente, a pesar de que mucha gente los desconoce, incluso algunos pacientes.

-Claro, son muchos, no es simplemente comer sin gluten, hay que tener mucho cuidado con la contaminación cruzada en casa y fuera de ella. Son muchas cosas las que hay que hacer y controlar para no ingerir gluten y la sociedad no lo comprende del todo. Cuando a mi me diagnosticaron había oído hablar poco sobre enfermedad celiaca, sabía que no podían comer gluten y poco más. Y cuando salí de la consulta del médico, tampoco había aprendido mucho más. Me dió dos pautas y dos folletos y toda la información para mi día a día la tuve que ir recopilando yo, recurriendo siempre a las webs de las asociaciones y fuentes fiables. En diabetes teníamos a una enfermera educadora, y en celiaquía no tienes a nadie. Es decir, tienes una enfermedad autoinmune y nadie en el hospital te explica el tratamiento, mucho más complejo que el consejo de «no comas gluten».

«Cuando el médico me dijo que era celiaca, me dio dos pautas y dos folletos, pero decir que deje el gluten no sirve, el tratamiento es mucho más complejo y nadie en el hospital te lo explica. En diabetes sí lo hacen. Echo en falta mucho eso en enfermedad celiaca». 

-A día de hoy controlas y conoces bien las dos patologías, ¿cómo se lleva, siendo tan joven, esta situación? 

-Pues depende del día. Si es un día en el que estoy en casa, la celiaquía es más llevadera porque la dieta sin gluten en casa, evitando la contaminación cruzada, me resulta ya sencilla. Y sin embargo, la diabetes requiere atención y control total. Tengo que saber cómo tengo el azúcar antes de salir a correr para ver si puedo correr o si tengo que hacerlo obligatoriamente… Necesito ver cómo está el azúcar antes de comer, después…

Sin embargo si voy a salir de casa, además del control de la diabetes, debo estar pendiente de a dónde voy a comer, si realmente saben evitar la contaminación cruzada por gluten para que pueda comer tranquila… y a veces eso resulta muy complicado. Cuando vas con amigos, con gente con la que tienes más confianza, es más sencillo porque puedes proponer sitios que conoces y que sabes que trabajan bien para los celiacos, pero si vas con un grupo de trabajo o gente menos conocida es más complicado porque además te sientes mal por tener que condicionar a la gente, no todo el mundo está dispuesto a cambiar de restaurante porque yo no pueda comer allí. Es más difícil, socialmente es complicado. Incluso cuando la gente sabe lo que es la celiaquía y estás comiendo en un lugar seguro, hay más riesgo… a veces ves pasar el pan por encima de tu plato y estás sufriendo porque si se cae una miga ya no puedes seguir comiendo… y eso la gente no lo comprende.

-¿Falta concienciar a la sociedad sobre la celiaquía? 

-Totalmente, hay cosas que a mi me ponen muy nerviosa. Aquellos que dicen que comen sin gluten por adelgazar… Pues obvio que si dejas de comer pan, galletas, pizzas vas a adelgazar. Pero si las sustituyes por pan, galletas y pizzas sin gluten, no vas a adelgazar. Es algo que a mi como celiaca y como científica me mosquea, porque esa moda de comer sin gluten sin razón médica ni tiene sentido ni nos beneficia para nada a los que tenemos que comer sin gluten.

 

-Toda estos conocimientos que tienes como paciente y científica los compartes en Instagram. 

-Sí, en la cuenta podéis encontrar consejos, recetas saludables sin gluten y aptas para diabéticos, etc. 

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