Vivir más, gracias al consumo de fruta, un estilo de vida activo, limitaciones con el alcohol y abstenerse del tabaco es la conclusión de un estudio realizado por médicos especialistas en salud pública de la Universidad de Zurich, quienes documentaron por primera vez el impacto de los factores de comportamiento en la esperanza de vida. Los resultados son especialmente útiles en el consejo médico sobre la importancia de la prevención en la atención primaria.
Las enfermedades cardiovasculares (ECV), el cáncer, la diabetes y los trastornos respiratorios crónicos están en constante aumento en los países industrializados. La atención se debe centrar, entre otras cosas, en los principales factores de riesgo que influyen en el desarrollo de estas enfermedades que están relacionadas con el comportamiento personal, es decir, fumar, una dieta poco saludable, la inactividad física y el consumo nocivo de alcohol.
Con este telón de fondo desde la Universidad de Zurich han examinado los efectos de estos cuatro factores, tanto individuales como combinados, en la esperanza de vida. Por primera vez las consecuencias de un estilo de vida poco saludable pueden ser representadas numéricamente. Así una persona que fuma, bebe mucho, es físicamente inactivo y tiene una dieta poco saludable tiene 2,5 veces mayor riesgo de mortalidad en términos epidemiológicos que una persona que cuida y protege su salud; o para decirlo de manera positiva: «un estilo de vida saludable puede ayudarle a mantenerse diez años más joven», comenta la autora principal del estudio Eva Martin-Diener.
«El efecto de cada factor individual sobre la esperanza de vida es relativamente alto», afirma Eva Martin-Diener. El hábito de fumar parece ser el más perjudicial. En comparación con el grupo de los no fumadores, los fumadores tienen un 57 por ciento más riesgo de morir prematuramente. El impacto de una dieta poco saludable, la práctica deportiva insuficiente y el abuso de alcohol representan un elevado riesgo de mortalidad, de alrededor del 15 por ciento para cada uno de estos factores.
«Nos quedamos muy sorprendidos por el riesgo 2,5 veces mayor cuando se combinan los cuatro factores de riesgo», explican los expertos. Por lo tanto, la probabilidad de un hombre de 75 años de edad, con todos los factores de riesgo de sobrevivir a los próximos diez años es, por ejemplo, el 35 por ciento, sin factores de riesgo del 67 por ciento y para una mujer de 47 y 74 por ciento respectivamente.
El impacto de los factores de riesgo individuales y su efecto combinado sobre la mortalidad son visibles a simple vista, de tal forma que estos datos son importantes no sólo para elaborar tablas de supervivencia, sino también para establecer políticas de prevención de enfermedades no transmisibles sustentadas entre otros mecanismos y herramientas en la propia consulta del médico o la del farmacéutico en su faceta de atención farmacéutica.