Carmen Peña, presidenta del Steering Committee del Instituto ProPatiens y expresidenta de la Federación internacional de Farmacéuticos (FIP) opina sobre la crisis del coronavirus o Covid19
Hace poco más de cuatro meses irrumpió en el mundo una nueva y dura amenaza sanitaria: el COVID-19, afectando y diseminándose a una velocidad vertiginosa.
Nos dicen los expertos nacionales e internacionales, que esta amenaza procede del nuevo virus SARSCoV-2. Ellos consideran que la mayoría de las personas infectadas -el 80%- están cursando con síntomas respiratorios leves que desaparecerán solos, que un porcentaje menor del 15% están desarrollando síntomas graves y que un 5% pueden fallecer. Los porcentajes no parecen estremecedores, pero la realidad es que la población no nos podemos quedar sólo con esto.
Sabemos las limitaciones que hasta ahora hemos tenido los seres humanos en la batalla farmacológica contra los virus, lo vivimos en el siglo pasado por la epidemia que sufrió el mundo por el virus del sida y posteriormente con la gripe A o el Ébola. De todas ellas aprendimos y avanzamos, eso sí, con sufrimiento y muertes.
El COVID-19 se transmite por contacto entre humanos e infecta por vía aérea a través de la tos y del estornudo o por las gotículas imperceptibles que expulsamos al respirar o al hablar, procedentes de una persona infectada, aunque no tenga todavía síntomas aparentes.
En España, los ciudadanos ya vamos entendiendo la magnitud de esta pandemia, aunque a diferente velocidad según la ciudad o la zona en la que vivamos, observando las cifras de contagio que nos van transmitiendo, por los casos con graves problemas respiratorios que necesitan aislamiento, y dentro de este grupo, los que necesitan unidades de cuidados intensivos con respiración asistida, intubación, etc.
En este punto quiero hacer una reflexión, que no pretende más que enfocar la necesidad de que los ciudadanos debemos ser conscientes de que no somos responsables del COVID-19, pero sí lo somos todos y cada uno, de ralentizar la diseminación y el contagio a través de lo que nos piden: el aislamiento. De este modo, rebajaremos la curva de propagación y evitaremos nuevos contagios, y como consecuencia evitaremos el colapso de nuestros hospitales.
Los ciudadanos debemos ser conscientes de que no somos responsables del COVID-19, pero sí lo somos todos y cada uno, de ralentizar la diseminación y el contagio a través de lo que nos piden: el aislamiento. De este modo, rebajaremos la curva de propagación y evitaremos nuevos contagios, y como consecuencia evitaremos el colapso de nuestros hospitales.
Nuestros hospitales se conforman por el conjunto de unos profesionales de la salud que trabajan bajo la coordinación de unas autoridades sanitarias, en unos establecimientos sanitarios con unas instalaciones y una tecnología necesaria acorde a las necesidades ordinarias de la población.
Sin embargo, en este momento, ante una situación excepcional: una pandemia, si colapsamos los hospitales por inconsciencia o por desconocimiento de la gravedad de los hechos y de nuestras actuaciones individuales, y generamos una propagación incontrolada del virus, estamos arriesgando la salud de los profesionales sanitarios que nos atienden en los hospitales, exponiéndoles a un mayor grado de la ya alta carga viral a la que normalmente están expuestos, además del indeseado desbordamiento asistencial. Estos días se ha ido recordando en numerosos medios que la carga viral es una forma de cuantificar la infección por un virus, que se mide por la estimación de la cantidad de partículas virales en los fluidos corporales como, por ejemplo, la sangre. Es decir, y de una forma muy coloquial, es la cantidad del virus en una muestra de sangre.
Esto es lo que produce la vulnerabilidad de nuestros sanitarios pues se exponen a una carga viral muy alta para salvar vidas. No hace falta recordar que la carga viral más alta se encuentra en lugares con muchos infectados como son los hospitales o las farmacias, donde acude la población enferma.
Por todo lo anterior, además de los aplausos, necesitamos proteger a los que nos protegen, y hacerlo asegurándoles el material médico y las condiciones de trabajo necesarias con nuestro aislamiento. Cuidemos a los que nos cuidan. Por favor, usemos el sentido común, dejemos el individualismo, y miremos por los demás, pues los demás somos TODOS.
Carmen Peña
Farmacéutica