Durante la pandemia, las residencias de mayores se consideraron centros sanitarios

mujer en silla de ruedas junto a cuidadora en residencia de mayores

La pandemia ha demostrado el gran desconocimiento que existe alrededor del sector de la dependencia

La Confederación Española de Alzheimer (CEAFA), organizó el webinar ‘Residencias en tiempos de COVID-19: derechos, dignidad, demencia. La presidenta de CEAFA, Cheles Cantabrana, tomó la palabra para agradecer la participación de los ponentes y de las personas que participaron telemáticamente antes de dar paso a los ponentes.

La primera en intervenir fue Yolanda Fillat, consultora de CEAFA, quien destacó que “la mayor vulneración de derechos que existe es la negación de la dignidad de derechos de las personas, de seguir siendo los protagonistas de su propia vida. La dignidad humana es el derecho que tenemos todos los seres humanos a ser valorados como sujetos individuales y sociales, con nuestras características particulares, por el simple hecho de ser personas”.

Por su parte, Josep de Martí, Promotor y director del portal inforesidencias.comdescribió “cómo desde el principio de la situación de pandemia se ha estado enviando por parte de las administraciones central y autonómicas instrucciones, normas, protocolos… pero nadie preguntó a las residencias qué creían que tenían que hacer”. Durante su ponencia hizo hincapié en que “hace falta humildad y paciencia, no caigamos en la tentación de buscar culpables (Fiscalía, batalla política…) cuando debiéramos estar buscando causas y medios de prevención. La soledad, el aburrimiento y el sentimiento de inutilidad…estas son realmente las tres plagas que matan a las personas mayores. Si pensamos que lo que han funcionado mal son las residencias, nos puede incapacitar para encontrar el modelo con el que tenemos que actuar en el futuro. Debemos recobrar la confianza con nuestros gobernantes, con los profesionales y con las residencias”.

“Las residencias han sido injustamente demonizadas”, Ignacio Fernández-Cid

Ignacio Fernández-Cid, presidente de la FED-Federación Empresarial de la Dependencia, afirmó que en esta pandemia se ha demostrado el enorme desconocimiento que se tiene del sector de la dependencia. Añadió que “las residencias han sido injustamente demonizadas con afirmaciones que no se ajustan a la realidad, hay que recordar que las residencias no son centros sanitarios, pero se les consideró como tales. Las residencias somos la prolongación de los hogares de las personas mayores. Cuidamos a las personas, no las curamos. Ahora mismo estamos en una situación de calma tensa, pero actualmente las residencias son lugares muy seguros. Ahora todas las residencias tienen planes de contingencia, tienen estocaje, nuestros profesionales ya tienen mayor conocimiento de este virus, y ya nos estamos coordinando con sanidad, que es lo que faltó en la primera ola. Pero había que buscar un culpable y las residencias hemos sido el chivo expiatorio. Y uno de los bulos que se han odio es que la letalidad ha sido mayor en las residencias privadas que en las públicas, pero lógicamente si cogemos valores absolutos, el 75% de las residencias son privadas, pero si lo pasamos a valores relativos, la incidencia en las residencias públicas ha sido mayor. Pero nosotros no comparamos, entre lo privado y lo público, es un debate artificial creado por políticos”.

Fernández-Cid enumeró los problemas del sector de las residencias “porque la realidad es que actualmente hay un déficit de 66.000-80.000 plazas de residencias, ya que al año unas 233.000 personas cumplen más de 65 años y de estas un 5% requerirán una residencia, por lo que cada año deberíamos estar creando unas 11.000-12.000 plazas. En esto deberíamos  concentrarnos y trabajar desde ya para abordar el futuro”.

Y concluyó diciendo que “no debemos discriminar a los mayores dependientes que están en las residencias, porque deben tener la misma atención que alguien que está en su casa. El dependiente debe ser el epicentro del sistema”.

La última ponencia corrió a cargo de Roberto Suárez, neuropsicólogo, director del Centro Residencial “Dolores Castañeda” – AFA VITAE San Fernando, quien destacó las consecuencias que han supuesto el cambio repentino en las rutinas habituales y su repercusión en la calidad de vida como son “la evolución negativa a nivel cognitivo, psicológico, conductual y funcional (regresión en la enfermedad) y la modificación del lugar de las Terapias No Farmacológicas y la pérdida de actividades de socialización al no poder realizarlas en zonas comunes”. Suárez destacó en sus conclusiones que “tenemos una importante oportunidad de autoanálisis para mejorar procesos de trabajo, de los cuáles muchos de ellos se quedarán de forma permanente. Tenemos muy claro que las residencias no queremos ser una institución hospitalaria, pero sí recibir la atención médica que precisen nuestros residentes. Hay que destacar la baja incidencia de COVID que han tenido nuestros centros de Alzheimer, y hemos tenido una resiliencia tremenda para mantener el equilibrio entre las medidas impuestas por las administraciones y readaptarnos manteniendo los valores y modelos de atención en nuestros centros residenciales”.