Se denomina dieta cetogénica a aquella rica en grasa y pobre en carbohidratos, diseñada para imitar los cambios bioquímicos asociados con el ayuno y conseguir el efecto que éste ejerce en el control de las crisis epilépticas.
Estimula los efectos metabólicos del ayuno, forzando al cuerpo humano a utilizar la grasa como fuente de energía, lo cual puede servir para manejar los episodios de epilepsia.
La práctica clínica ha demostrado que hasta un 20% de los niños con epilepsia puede quedar libre de crisis si sigue convenientemente la dieta cetogénica, por lo que Nutricia ha presentado una edición revisada del primer ‘Manual para la Práctica de la Dieta Cetogénica’, de la mano de la doctora Consuelo Pedrón Giner, coordinadora del manual y miembro de la sección de Gastroenterología y Nutrición del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús (Madrid).
Algunos tipos de epilepsia son especialmente devastadores en la infancia por presentarse en edades críticas del neurodesarrollo y ocasionar un grave deterioro neurocognitivo: estas son la epilepsia refractaria o las encefalopatías epilépticas, entre otras.
«El 50-60% de los pacientes tratados con dieta cetogénica experimentan, al menos, un 50% de reducción en la frecuencia de sus crisis. Además, se observan mejorías en los aspectos cognitivos y conductuales de estos pacientes. Se han referido cambios como un mejor nivel de alerta, atención, lenguaje y funciones sociales», explica la doctora.
Cada vez se abre más el abanico. «En el caso del adulto, ni siquiera se contemplaba la posibilidad de implementar esta dieta. Sin embargo, se ha visto que es posible y que resulta eficaz. En el Hospital Infantil Universitario Niño Jesús de Madrid han aumentado exponencialmente los casos durante los últimos 4 años. Podría decirse que ha incrementado hasta un 25% de los pacientes que siguen esta dieta, aunque no existe un registro como tal», expone la especialista.
El tratamiento precoz con dieta cetogénica, antes de que el deterioro sea irreversible, podría mejorar el pronóstico de diferentes enfermedades. «Por ello, el principal avance es que sabemos más sobre la eficacia de la dieta. Ello no significa que la dieta sea más eficaz que antes, sino que ahora contamos con más certezas sobre su eficacia. Un ejemplo es que antes pensábamos que en otras patologías no sería eficaz; sin embargo, hemos visto que sí lo es», concluye.