Hepatitis A, una infección que se debe prevenir

Aunque actualmente se reconocen más de cinco virus como causa de infecciones por hepatitis viral aguda, la enfermedad por sí misma, no se reconoció como entidad clínica hasta principios de este siglo, y en la década de los años cuarenta, los científicos no sabían que existía más de una forma de hepatitis viral.

La incidencia más alta de infección por hepatitis-A en el mundo se reconoce en los países en vías de desarrollo, especialmente en los trópicos, donde las condiciones de vida de forma apiñada y los estándares deficientes de higiene y sanidad favorecen la difusión del virus.

En estas regiones del mundo, clasificadas como áreas de alta endemicidad para la hepatitis-A, la exposición al virus es más o menos universal en los primeros años de la infancia. Como resultado, aunque se comunica un número alto de casos clínicos de infección por hepatitis-A, (30-100 casos clínicos por 100,000/año) éstos representan sólo una fracción mínima del número verdadero de casos. La mayoría pasan desapercibidos entre la amplia serie de enfermedades infecciosas agudas prevalentes en el área.

Con mucho, la vía más común de infección por  VHA a través de la ingestión de alimentos o agua contaminada con pequeñas cantidades de material fecal infectado. Ya que la mayoría de las partículas virales se vierten en las heces durante el período de incubación de la enfermedad, las personas infectadas pueden pasar involuntariamente el virus a muchas otras, antes de desarrollar los síntomas. Existe una serie de situaciones  bien documentadas donde se reconoce un mayor riesgo de transmisión fecal-oral:

shutterstock_117710299-Las guarderías, las residencias y las unidades de recién nacidos frecuentemente se asocian con brotes de hepatitis-A entre los encargados y el personal. Además existe una frecuencia alta de transmisión de la hepatisis-A entre aquellos que viven en estrecho contacto en cuarteles militares, salas de hospital y dentro de las familias. En países desarrollados se comunican porcentajes de transmisión entre miembros de la familia, de 45% en los niños y hasta de un 20% en los adultos.

-La contaminación de los suministros de agua con material fecal infectado es común en las áreas donde la depuración de las aguas residuales es inadecuada o inexistente. Se producen brotes de hepatitis-A no sólo en el agua potable, sino también en las ensaladas, las frutas y otros alimentos crudos lavados con agua contaminada antes del consumo. Cualquier alimento crudo preparado por una persona infectada, también acarrea un riesgo de contaminación fecal y por tanto de transmisión de la hepatitis-A, incluyendo alimentos que se congelan y descongelan antes del consumo.

-El marisco procedente de agua de mar contaminada con aguas residuales también es responsable de brotes regulares de infección. Las almejas crudas son habituales culpables, pero las ostras, los berberechos y los mejillones también se vinculan a la infección por hepatitis-A, incluso después de haber sido preparadas al vapor, lo cual no es suficiente para inactivar el virus.

-Durante el ciclo de la infección por hepatitis-A, el VHA puede detectarse en el plasma durante varios días, generalmente justo antes del comienzo de la ictericia. Por tanto, existe la posibilidad de transmisión a través del plasma infectado, aunque esta es relativamente pequeña. Ocasionalmente se comunican casos de Hepatits-A4 asociados a transfusiones.

  • La Salud Pública

El mayor problema desde el punto de vista de Salud Pública, es que esta enfermedad está relacionada con un bajo nivel socioeconómico y cultural, malas condiciones higiénicas o con desastres naturales que afecten a conducciones de agua o al abastecimiento de alimentos en condiciones óptimas.

shutterstock_149911907Lo mismo que otras infecciones víricas, los síntomas prodrómicos de la hepatitis-A no son específicos, consistiendo en cansancio, debilidad muscular, síntomas gastrointestinales tales como falta de apetito, diarrea y vómitos, o signos semejantes a la gripe como cefalea, escalofríos y fiebre alta. Algunos pacientes también desarrollan síntomas respiratorios, erupciones y dolor en las articulaciones. Incluso en este estadío temprano de la enfermedad, la biopsia por punción revelaría pruebas de inflamación local y cambios degenerativos en el hígado.

En la mayoría de los pacientes se desarrolla ictericia (coloración amarillenta de la piel y mucosas debida a un aumento de la bilirrubina -valores normales de 0,3 a 1 mg/dl-) en las dos primeras semanas de infección.

Apareciendo gradualmente o de forma brusca, la ictericia generalmente dura entre unos pocos días y varias semanas, y está acompañada de anorexia e incluso cibofobia (aversión a los alimentos), excreción viral reducida y algunas veces, fiebre de pocas décimas. Los niveles séricos de bilirrubina con elevados y el picor grave que esto causa a algunos pacientes pueden requerir tratamiento con anti-pruriginosos. Una elevación muy rápida en los valores de bilirrubina puede indicar el desarrollo de la enfermedad fulminante.

La importancia de la salud pública general se mide en el control de la diseminación de la infección, particularmente no debería subestimarse la transmisión de infecciones entéricas como la hepatitis-A.

La provisión de agua potable para beber y lavar, los modernos sistemas de depuración de aguas negras y los estándares mejorados de higiene personal ya fueron recompensados por una disminución rápida en los niveles de circulación del virus VHA en muchos países recién industrializados.

Sin embargo, las reducciones en la prevalencia del VHA van inicialmente acompañadas por un incremento en el número de casos clínicos graves de hepatitis-A, al ocurrir un porcentaje más alto de infecciones por VHA entre los adultos. Por tanto, aunque finalmente pueda controlarse la enfermedad sólo mediante medidas de salud pública, la creciente población no-inmune con riesgo constante de infección por circulación residual del VHA requiere medidas preventivas más inmediatas.

Además aún en poblaciones altamente desarrolladas con endemicidad baja al VHA, que tienen todas las ventajas de los buenos sistemas de salud pública, siguen existiendo grupos de alto riesgo. Las personas que trabajan en ambientes “cerrados”,  personal sanitario y de guardería y las fuerzas armadas, todos requieren protección contra el VHA – igual, que las familias y personas en contacto con los ya infectados.

Probablemente el grupo de riesgo de expansión más rápida que aparece en los últimos años, es el creciente número de viajeros no-inmunes que actualmente visitan áreas donde prevalece el  VHA. Este grupo diverso de viajeros por negocios, organizadores de vacaciones, trabajadores que prestan servicios de socorro y profesionales ciertamente necesitan protección contra la infección por hepatitis-A mediante una vacunación adecuada frente a este tipo de enfermedad infecciosa que puede acarrear graves consecuencias como hemos podido apreciar.