La investigación en Esclerosis Múltiple (EM) ha experimentado un gran avance en los últimos años, lo que ha abierto la puerta a un mejor pronóstico de la enfermedad y a una notable mejora en la calidad de vida de los pacientes. “Pero hay que seguir investigando para mejorar los tratamientos y frenar su avance. Aunque además de los científicos, también son clave los conocimientos clínicos, asistenciales y rehabilitadores”, insiste el profesor Luis Pablo Rodríguez, Académico de Número de la Real Academia Nacional de Medicina (RANM) y uno de los coordinadores de la Sesión Científica extraordinaria sobre Esclerosis Múltiple celebrada en la Academia, con la colaboración de Teva.
En España padecen EM alrededor de 47.000 personas. Como recuerda el también coordinador de la Sesión, el profesor Vicente Calatayud, Académico de Número, “las variantes clínicas de esta patología hacen que las vías de actuación sean también muy diversas, incluyendo las terapias con anticuerpos monoclonales, inmunomoduladores o neuroprotectores, entre otros”.
[blocktext align=»right»]“El diagnóstico precoz es imprescindible para poder alterar su evolución y adaptar el tratamiento a las necesidades de cada paciente”[/blocktext]
La característica principal de esta enfermedad, que afecta sobre todo a adultos jóvenes, de entre 20 y 40 años, es su gran variabilidad, ya que puede afectar a cualquier parte del Sistema Nervioso Central (SNC) y producir distintos síntomas (trastornos visuales, pérdida de fuerza en las extremidades, alteraciones sensitivas y del equilibrio, etc.), lo que condiciona el impacto y la evolución de cada paciente.
Aunque se desconocen las causas exactas, se cree que en su génesis actúan mecanismos autoinmunes. “En muchas ocasiones, los pacientes se ven limitados en su día a día, ya que este trastorno provoca un gran impacto en todos los ámbitos (laboral, familiar y social), en una etapa de la vida en la que los pacientes se encuentran en plenitud y arrancan sus proyectos vitales más importantes, como por ejemplo la maternidad”, explica el doctor Rafael Arroyo, coordinador de la Unidad de Esclerosis Múltiple del servicio de Neurología del Hospital Clínico San Carlos de Madrid. De hecho, es la segunda causa de discapacidad más frecuente, detrás de los accidentes de tráfico, en personas de entre 20 y 40 años de edad.
Los grandes avances que se han producido en los últimos años en el conocimiento de la EM han abierto nuevas posibilidades de tratamiento. Gracias a ellos han surgido nuevas terapias más beneficiosas para los enfermos. En cualquier caso, “estamos ante una enfermedad en la que cada paciente es un mundo diferente, por lo que uno de los retos es encontrar biomarcadores específicos para poder aplicar terapias individualizadas”, señala este experto.
Asimismo, según comenta el doctor Arroyo, “el diagnóstico precoz es imprescindible para poder alterar su evolución y adaptar el tratamiento a las necesidades de cada paciente”. Lo fundamental, a su juicio, “es frenar la aparición de brotes recurrentes desde los primeros síntomas para evitar secuelas neurológicas. En este sentido, los nuevos criterios diagnósticos permiten reducir el riesgo de aparición de secuelas neurológicas”. Otro gran avance ha sido la posibilidad de conocer las alteraciones inmunológicas que favorecen el desarrollo de la enfermedad de manera que, “actualmente ya disponemos de tratamientos con los que se altera la evolución natural de la enfermedad. Y la investigación española tiene una participación muy activa en los ensayos clínicos que ponen a prueba los nuevos tratamientos en esta y otras líneas de investigación”.
Como reconoce el doctor Arroyo el futuro es esperanzador para estos pacientes, pero aún existen grandes retos. “Debemos conseguir controlar aún mejor los brotes de la enfermedad con fármacos cómodos y seguros, desarrollar otros medicamentos más eficaces en las formas progresivas, y encontrar terapias neurogeneradoras y neuroreparadores. Así, confiamos que en los próximos años aparezcan terapias innovadoras y coste-efectivas que mejoren significativamente la calidad de vida de los pacientes”, afirma.