La incidencia del melanoma, el tipo de cáncer de piel más agresivo, ha experimentado un considerable aumento en los últimos años con 132.000 nuevos casos cada año en todo el mundo y unos 5.000 en España, según datos de la compañía farmacéutica Novartis.
El melanoma es un tumor maligno que aparece en la piel. Pero para comprender cómo se forma este tumor agresivo, es importante conocer la estructura de la piel. La piel es el órgano más grande del cuerpo y cumple diversas y muy importantes funciones: sirve de barrera a los gérmenes, evita la pérdida excesiva de agua y otros líquidos, ayuda a controlar la temperatura corporal, recubre los órganos internos, protege el cuerpo de los rayos ultravioleta, son algunas de esas funciones.
La piel tiene tres capas: la epidermis que es la capa externa, la dermis y la hipodermis que es la más profunda. En estas tres capas de la piel se pueden producir tumores benignos de diferentes tipos, desde lunares, verrugas a hemangiomas. Pero también existen los tumores malignos y entre ellos, el melanoma es el más agresivo.
¿Qué es el melanoma?
El melanoma es un cáncer que se origina en los melanocitos, células ubicadas en la epidermis, la capa más superficial de la piel. Al melanoma también se le denomina melanoma cutáneo o melanoma maligno.
Los melanocitos son los encargados de producir el pigmento marrón denominado melanina que es la que hace que nuestra piel luzca morena tras recibir los rayos del sol. Su función no es la de que luzcamos morenos, sino la de proteger las capas más profundas de la piel de los efectos nocivos del sol. Es decir, cuando nos ponemos morenos, en realidad se está produciendo un mecanismo de defensa contra el sol.
Cuando aparece un melanoma, la melanina normalmente sigue produciendo este pigmento, por lo que el aspecto de un melanoma suele ser oscuro, color café o incluso negro. Aunque hay casos en los que el melanoma no produce ese pigmento y puede tener un tono rosado o incluso blanco.
Aunque un melanoma puede aparecer en cualquier parte de la piel, son más frecuentes en el pecho y espalda en los hombros, y en las piernas de las mujeres. Así el rostro y el cuello también son lugares comunes, como nos explican desde la web Cancer.org.
El melanoma es casi siempre curable en sus etapas iniciales, por eso es necesario las revisiones en el dermatólogo y acudir siempre que tengamos algún signo de alarma.
Factores de riesgo de melanoma
No todos los melanomas se pueden prevenir y existen factores de riesgo que incrementan las probabilidades de padecer un cáncer de piel como es el melanoma.
Sin embargo tener estos factores de riesgo no supone que vayamos a desarrollar el melanoma, aunque es importante conocerlos para en la medida de nuestras posibilidades, tratar de controlarlos.
- Exposición a la luz Ultravioleta: es el factor de riesgo principal para la mayoría de los melanomas. La exposición al sol siempre se debe realizar con protección, en invierno y en verano. Las lámparas solares o camas bronceadores, son también fuentes de radiación ultravioleta.
- Lunares: los lunares son tumores benignos, no cancerosos y por lo general no van a presentar ningún problema, pero las personas con muchos lunares tienen mayor riesgo de sufrir melanoma. Por eso es necesario que estos lunares sean controlados periódicamente por el dermatólogo.
- Antecedentes familiares de melanoma: desde la web cancer.org, explican que aproximadamente el 10% de las personas que padecen un melanoma tienen familiares de primer grado que ya lo han sufrido previamente.
- Piel clara, pecas, cabello claro: el melanoma es mucho más frecuente en la raza blanca que en la negra. El riesgo de sufrir un melanoma es mucho mayor en personas con piel clara, que suelen quemarse fácilmente al sol, que tienen pecas y ojos azules o verdes.
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Prevención del melanoma
No siempre se puede prevenir el melanoma porque existen factores de riesgos difíciles de controlar y otros imposibles, como el genético, pero es necesario tener en cuenta algunas prácticas para evitar en la medida de nuestras posibilidades incrementar el riesgo.
- Exposición solar siempre con protección: no importa si es invierno, si es verano, si luce el sol o si hay nubes. Los rayos ultravioleta siempre están ahí y debemos protegernos siempre, en todo momento, mucho más aún si es verano y vamos a exponernos directamente al sol. La protección solar debe acompañarnos siempre. Los pediatras insisten en la necesidad de proteger a los niños del sol incluso en días nublados.
- Protege ojos y labios: si salimos al aire libre es importante estar protegidos en todo momento con ropa, crema, protección para la cabeza, los ojos y también protección labial. Debemos prestar especial atención a la hora de proteger a los niños del sol.
- Evita lámparas solares: los rayos ultravioleta de estas máquinas bronceadoras son también perjudiciales y no son recomendables.
- Atención especial a lunares: las personas que tienen muchos lunares lo tienen más complicado y deben acudir periódicamente al dermatólogo para comprobar que ningún lunar está evolucionando de manera sospechosa. Pero siempre a diario debemos fijarnos si vemos que alguno de nuestros lunares comienza a cambiar. Si detectamos algún cambio, lunares que adquieren colores o formas diferentes a las habituales, debemos consultar siempre con el especialista.