La doctora Silvia Pérez Gala, jefa de servicio de Dermatología del Hospital La Luz, recomienda no suspender ningún tratamiento eficaz siempre que no haya infección activa
La doctora Silvia Pérez Gala, jefa de servicio de Dermatología del Hospital La Luz, ha resaltado que los pacientes con psoriasis que se encuentren en tratamiento biológico o sistémico podrán seguir usándolo durante la pandemia de COVID-19, por lo que recomienda no suspender ningún tratamiento eficaz siempre que no haya infección activa.
Debido a que se trata de una enfermedad inflamatoria crónica mediada por el sistema inmune, la experta resalta que «una de las dudas que más tienen los pacientes este año es si la disminución de ‘defensas’ que ocasionan los tratamientos sistémicos (orales o inyectables) frente a la psoriasis pueden hacerles más proclives a contraer infección por el virus SARS-CoV-2».
Según esta experta, hay varios artículos publicados en los últimos meses que valoran si el empleo de estos tratamientos se asocia a mayor susceptibilidad para infectarse o tener una peor evolución si contactan con el virus del COVID-19. «Los datos disponibles hasta el momento de brotes pasados y actuales de infecciones por coronavirus (SARS, MERS, COVID-19) sugieren que los pacientes inmunosuprimidos no tienen un mayor riesgo de manifestaciones graves y complicaciones en COVID-19 en comparación con la población general», ha argumentado.
«De hecho, algunos de estos tratamientos inmunomoduladores incluso podrían controlar de manera potencial la liberación de sustancias (‘tormenta de citoquinas’) asociadas a un peor pronóstico de estos pacientes. Lo más importante es la valoración individualizada de cada caso, pero en general, los pacientes con psoriasis que se encuentren en tratamiento biológico o sistémico podrían seguir usándolo durante la pandemia», ha añadido al respecto.
Sin embargo, ha recordado que está «contraindicado» comenzar estos tratamientos en situación de infección activa y, si un paciente comienza con síntomas sugestivos de COVID-19, «resulta razonable suspender este tratamiento, más aún si se trata de pacientes mayores de 60 años o con otros factores de riesgo añadidos de peor pronóstico si contraen la infección».
La psoriasis es una de las enfermedades inflamatorias crónicas de la piel más conocidas por la población general, dado que la padecen en torno a un 2-4 por ciento de las personas con piel clara (caucásica). En su origen y exacerbación participan una suma de factores genéticos, inmunológicos y ambientales aún no totalmente dilucidados. Por estos motivos, la psoriasis es una de las enfermedades de la piel más estudiada, con 13.641 publicaciones indexadas en los últimos 5 años.
Muchos de estos últimos estudios se centran en las patologías asociadas a la psoriasis, dado que se ha comprobado la existencia de un estado de ‘inflamación general’ y no solo de la piel; hasta un 73 por ciento de los pacientes pueden asociar algunas de las siguientes: afectación articular (hasta un 30 por ciento), síndrome metabólico, enfermedades cardiovasculares, enfermedad inflamatoria intestinal o hígado graso no alcohólico, entre otras.
También es la patología cutánea en la que más tratamientos biológicos, dirigidos hacia moléculas específicas se han ensayado y aprobado en las últimas décadas, mejorando de manera espectacular la calidad de vida de los pacientes afectados de manera moderada o grave por esta enfermedad.