El permafrost se derrite y ello tendrá grandes consecuencias para la vida.
El cambio climático está derritiendo la capa de suelo permanentemente congelada en las regiones polares, llamada Permafrost, liberando virus y bacterias antiguos que han permanecido latentes durante miles de años y que ahora vuelven a la vida.
El derretimiento del permafrost, apuntan los expertos, es un fenómeno que podría también acelerar el calentamiento global. Recientemente la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, publicó un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Florida, sobre el derretimiento del permafrost.
Desde el estudio apuntan que si se produjese el deshielo total del permafrost, la atmósfera acumularía cinco veces más carbono que el que tiene en la actualidad.
Pero este no es el único problema derivado del deshielo del permafrost. Desde la BBC nos cuentan que en agosto de 2016 en la Península de Yamal, en el Círculo Polar Ártico, falleció un niño de 12 años y varias decenas de personas fueron hospitalizadas tras haber sido infectadas por ántrax.
Una de las teorías que explicaron este peculiar caso es que hace más de 75 años murió un reno infectado con la bacteria, y su carcasa congelada quedó atrapado bajo el permafrost. Permaneció así décadas hasta que una ola de calor, en el verano de 2016, hizo que se descongelase. Esto hizo que el ántrax infeccioso en el agua y suelo cercanos se liberase llegando así a la cadena de suministro de alimentos.
La muerte de un reno infectado por Ántrax pudo haber provocado la muerte de un niño años más tarde como consecuencia del deshielo del Permafrost
El deshielo de esta capa implicaría el resurgimiento de bacterias que habían permanecido latentes en el hielo durante siglos, con lo que ello supondría para la salud y también cambios en la composición de las comunidades de plantas, lo que se puede traducir en mayores emanaciones de carbono en forma de metano. El medio ambiente se vería muy perjudicado.
Las bacterias del permafrost
Y es que a medida que el calentamiento global sube las temperaturas de la Tierra, más permafrost se irá derritiendo. Las capas de hielo más superficiales, de aproximadamente unos 50 cm de profundidad se funden cada verano, pero la actual situación está haciendo que las temperaturas hagan mella en las capas más antiguas del permafrost.
Explican en el estudio americano ya mencionado, que el permafrost «es muy buen conservante de microbios y virus porque es frío, no contienen oxígeno y es oscuro». Pero a medida que el hielo y el permafrost se derriten, pueden liberarse otros agentes infecciosos y reaparecer enfermedades decimonónicas.
Sin ir más lejos, se han hallado fragmentos de ARN del virus de la gripe española de 1918 en cadáveres enterrados en fosas comunes en la tundra de Alaska, cuentan desde la web de la BBC. La viruela y la peste bubónica, afirman, también están enterradas probablemente en Siberia.
Los vectores de infecciones mortales de los siglos XVIII y XIX pueden volver, «como consecuencia del derretimiento del permafrost», apuntaron en un estudio del año 2011, los investigadores Boris Revich y Marina Podolnaya.
Resistencia a los antibióticos
En el artículo que publica la BBC sobre el estudio americano, se apunta también a que estos agentes infecciosos no sólo resurgirán del permafrost, también lo pueden hacer de cristales.
Añaden también que las bacterias «se han vuelto resistentes a 18 tipos de antibióticos», lo que supone un riesgo más para la salud del hombre. Y esto se debe a que muchos tipos de bacterias y hongos, producen de forma natural antibióticos para tratar de obtener una ventaja competitiva sobre otros microbios.
Por tanto la resistencia natural a los antibióticos es tan frecuente, que probablemente muchas de las bacterias del permafrost ya la tienen.
Existen de hecho datos de un estudio de 2011, en el que los científicos extrajeron ADN de bacterias encontradas en el permafrost de 30.000 años de antigüedad en la región de Beringia (entre Rusia y Canadá). Hallaron genes que codifican resistencia a tetraciclina y antibióticos glicopéptidos.