¿Qué es una vacuna?

Nos vacunan desde pequeñitos, escuchamos constantemente debates sobre si hay que vacunarse o no, nos ponemos vacunas cuando hacemos algún viaje exótico, ¿pero sabemos realmente lo que es una vacuna? Tal y como os comentaba en el capítulo 8 de esta sección, nuestro organismo cuenta con unos guardianes (nuestro sistema inmunitario) que nos protege de las agresiones externas que sufrimos constantemente por parte del bando de los malos, de los patógenos.

Pero nuestro sistema inmune no es TODOPODEROSO e invencible y está claro que alguna vez padecemos alguna gripe, resfriado o alguna otra enfermedad, pero la experiencia y la investigación que ha desarrollado el hombre se pone de nuestro lado a la hora de luchar frente a enfermedades más graves para las que nuestro sistema inmune no está preparado. Y es aquí donde entran las vacunas.

Las Vacunas en su conjunto, son la acción preventiva más importante descubierta por la medicina. Poco más de doscientos años nos separan de la primera vacunación contra la viruela, efectuada por Edward Jenner en occidente, periodo en el cual los programas de vacunación han logrado borrar la amenaza de la viruela y controlar la presencia de sarampión, papera, coqueluche, difteria y polio en la población.

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Desde la antigüedad se tiene noción de que las personas que sufren una enfermedad y se recuperan, adquieren resistencia parcial o completa ante la misma enfermedad.

Por esta observación, los chinos, mil años antes de Cristo, realizaban la variolización para evitar la viruela. Consistía en administrar a través de la piel, a individuos sanos, una mínima cantidad de pus proveniente de una lesión de viruela, insuficiente para enfermar, pero suficiente para desarrollar defensas. En el siglo XVIII, ese método popular en oriente, fue incorporado en Europa y logró que las muertes por viruela disminuyeran en un 90%.

Otro hecho decisivo ocurrió en 1796 cuando Edward Jenner, médico inglés, observó que las mujeres que ordeñaban vacas infectadas con cowpox (varicela o peste de las vacas), no enfermaban o lo hacían en forma leve al contacto con la viruela.

Tomó entonces pus de una lesión de cowpox y se la inoculó en el brazo de un niño de 8 años. Seis semanas después, lo expuso al contagio con viruela, pero el niño no presentó ningún síntoma. El mismo Jenner acuñó el nombre de vacuna, del latín vaccinia que significa de las vacas (ojo a cómo se hacían antes los ensayos…).

A día de hoy las vacunas han evolucionado muchísimo y son una forma artificial de estimular al sistema inmune para que fabrique defensas (anticuerpos) contra agentes infecciosos, mediante la administración oral o inyectable de proteínas virales o bacterianas (esos temidos patógenos), llamados antígenos, que pueden ser obtenidos de los propios microorganismos o creados artificialmente en el laboratorio.

Al administrar estos antígenos, el sistema inmune reacciona como si estuviera en presencia de la enfermedad y desarrolla anticuerpos para combatirla. Es así como una persona vacunada adquiere protección contra la enfermedad sin haberla sufrido, ya que nuestro sistema inmune tiene “memoria”. Para que la respuesta inmunológica funcione a plenitud, la vacuna debe ser colocada a tiempo, antes de que se produzca la exposición natural de la persona al microorganismo.

Las vacunas, por lo tanto, se fabrican con antígenos bacterianos o virales. Hay varias formas de obtener estos antígenos:

-La antipoliomielítica oral, es una vacuna «atenuada», es decir, que el virus ha sido debilitado de manera que estimula la producción de anticuerpos pero no causa la enfermedad.

-Otras, como la vacuna para la tos ferina es de «células completas«, contiene la bacteria muerta o inactivada pero que todavía provoca una respuesta inmune.

-Usando las proteínas que envuelven externamente a un patógeno, como sucede con la vacuna contra el Haemophilus influenzae B (vacuna de la gripe).

-Debilitando al agente infeccioso o usando complejos modelos de fabricación apoyados en ingeniería genética, como la vacuna contra la hepatitis B.

Estos métodos proporcionan vacunas con diferentes grados de protección y explican el por qué de los distintos números de dosis que se requieren para lograr una inmunización adecuada.