Se prevé que la malaria y el dengue afecten a miles de millones de personas más a finales de siglo

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Se calcula que 8.400 millones de personas podrían correr el riesgo de contraer malaria y dengue a finales de siglo si las emisiones siguen aumentando a los niveles actuales, según un nuevo estudio publicado en ‘The Lancet Planetary Health’.

El equipo de investigadores calcula que, en el peor de los casos, la población en riesgo de contraer estas enfermedades podría aumentar en hasta 4.700 millones de personas más (en relación con el periodo 1970-1999), sobre todo en las tierras bajas y las zonas urbanas, si las temperaturas aumentan unos 3,7ºC de aquí a 2100 en comparación con los niveles preindustriales.

El estudio ha sido dirigido por la London School of Hygiene & Tropical Medicine (LSHTM) con socios de la Universidad de Umea (Suecia), el Centro Internacional Abdus Salam de Física Teórica (Italia), la Universidad de Heidelberg (Alemania) y la Universidad de Liverpool.

El equipo utilizó una serie de modelos para medir el posible impacto del cambio climático en la duración de la temporada de transmisión y la población de riesgo de dos importantes enfermedades transmitidas por mosquitos -la malaria y el dengue- a finales del siglo XXI en comparación con 100 años antes. Hicieron sus predicciones basándose en diferentes niveles de emisiones de gases de efecto invernadero, densidad de población (para representar la urbanización) y altitud.

Evolución del riesgo de contraer malaria y dengue

En el caso de la malaria, la modelización del peor escenario estimó un total de 8.400 millones de personas en riesgo en 2078 (es decir, el 89,3% de una población mundial estimada de 9.400 millones), frente a una media de 3.700 millones en el periodo 1970-1999 (es decir, el 75,6% de una población mundial estimada de 4.900 millones)2. Para el dengue, la modelización estimó un total de 8.500 millones de personas en riesgo en 2080, frente a una media de 3.800 millones en el periodo 1970-1999.

Se estima que la idoneidad de la malaria aumentará gradualmente como consecuencia del calentamiento del clima en la mayoría de las regiones tropicales, especialmente en las zonas altas de la región africana (por ejemplo, Etiopía, Kenia y Sudáfrica), la región del Mediterráneo oriental (por ejemplo, Somalia, Arabia Saudí y Yemen) y las Américas (por ejemplo, Perú, México y Venezuela).

Se prevé que la idoneidad del dengue aumente sobre todo en las zonas bajas de la región del Pacífico occidental (por ejemplo, Guam, Vanuatu y Palau) y la región del Mediterráneo oriental (por ejemplo, Somalia y Yibuti), y en las zonas altas de América (por ejemplo, Guatemala, Venezuela y Costa Rica).

La investigación prevé un desplazamiento hacia el norte del cinturón epidémico de la malaria en América del Norte, el centro de Europa septentrional y el norte de Asia, y un desplazamiento hacia el norte del cinturón epidémico del dengue sobre el centro de Europa septentrional y el norte de Estados Unidos debido al aumento de la idoneidad.

Todos los escenarios preveían un aumento global de la población con riesgo de malaria y dengue a lo largo del siglo. Sin embargo, el impacto se reduciría sustancialmente si se tomaran medidas para reducir las emisiones globales, según la modelización.

En el escenario en el que más se reducen las emisiones -las emisiones de gases de efecto invernadero disminuyen en 2020 y llegan a cero en 2100 y la temperatura media mundial aumenta en 1°C entre 2081 y 2100- se prevé que 2.350 millones de personas más vivan en zonas propicias para la transmisión de la malaria. En el caso del dengue, los modelos sugieren que otros 2.410 millones de personas podrían estar en riesgo.

El estudio destacó que si los niveles de emisión siguen aumentando a los niveles actuales, las zonas tropicales de gran altitud (más de 1.000 metros sobre el nivel del mar) en áreas como Etiopía, Angola, Sudáfrica y Madagascar podrían experimentar hasta 1,6 meses adicionales climáticamente adecuados para la transmisión de la malaria en 2070-2099 en comparación con el periodo 1970-1999.

El estudio predijo que la duración de la temporada de transmisión del dengue podría aumentar hasta cuatro meses más en las zonas tropicales de tierras bajas del sudeste asiático, el África subsahariana y el subcontinente indio.

El primer autor, el doctor Felipe J Colón-González, profesor adjunto de la LSHTM, destaca que estos resultados «ponen de manifiesto por qué debemos actuar para reducir las emisiones con el fin de limitar el cambio climático».

La reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero podría evitar que millones de personas contrajeran la malaria y el dengue

«Este trabajo sugiere que la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero podría evitar que millones de personas contrajeran la malaria y el dengue –añade–. Los resultados muestran que los escenarios de bajas emisiones reducen significativamente la duración de la transmisión, así como el número de personas en riesgo. Hay que seguir actuando para limitar el aumento de la temperatura global muy por debajo de los 2 °C».

«Pero los responsables políticos y los funcionarios de salud pública deben prepararse para todos los escenarios, incluidos aquellos en los que las emisiones se mantienen en niveles elevados –advierte–. Esto es especialmente importante en las zonas que actualmente están libres de enfermedades y en las que es probable que los sistemas sanitarios no estén preparados para afrontar brotes importantes».

Aunque ya se han discutido los efectos diferenciales del cambio climático con la altitud y la urbanización, hasta ahora no se habían cuantificado globalmente para diferentes niveles de altitud y urbanización.

Aunque los modelos del peor escenario indicaban que algunas zonas podrían volverse demasiado cálidas para algunas especies de mosquitos, esa situación probablemente causaría otros efectos sobre la salud, como la mortalidad relacionada con el calor, la reducción de la productividad laboral y la disminución de la producción de alimentos.

Las enfermedades transmitidas por los mosquitos podrían convertirse en un problema mayor en otros lugares, incluso expandiéndose hacia el norte y hacia regiones de mayor altitud y templadas

Además, las enfermedades transmitidas por los mosquitos podrían convertirse en un problema mayor en otros lugares, incluso expandiéndose hacia el norte y hacia regiones de mayor altitud y templadas, ya que las condiciones climáticas, como la temperatura y las precipitaciones, permiten que la malaria y el dengue prosperen en diferentes partes del mundo.

La autora principal, la doctora Rachel Lowe, profesora asociada y becaria Dorothy Hodgkin de la Royal Society en el LSHTM, advierte de que «serán necesarias varias intervenciones para adaptarse a los efectos sanitarios de un mundo más cálido y urbanizado y prepararse para todos los escenarios. Nuestras conclusiones subrayan la importancia de aumentar la vigilancia en las zonas potencialmente conflictivas para controlar la aparición de enfermedades, sobre todo en lugares sin experiencia previa con el dengue o la malaria».

«La acción de la salud pública será especialmente importante en las zonas donde la transmisión es ocasional porque los sistemas de salud pública podrían no estar preparados para controlar y prevenir estas enfermedades», apunta.