Sarcoma: el cáncer de los músculos y huesos

En los tiempos que corren el cáncer es uno de los principales problemas de salud al que nos enfrentamos. El pronóstico ha cambiado notablemente en algunos tipos de tumores, pero en otros casos queda mucho por hacer en materia de prevención.

El cáncer es un problema de salud de primer nivel, junto a las enfermedades cardiovasculares y los procesos neurodegenerativos conforman un corolario de patologías que hoy por hoy impactan de forma muy especial a nuestra sociedad. En cualquier caso, también es verdad que el esfuerzo que se está haciendo en materia de prevención, diagnóstico temprano y nuevos tratamientos están contribuyendo a poner coto a una patología específica, con múltiples “apellidos” que nos preocupa muy especialmente a todos.

Los sarcomas de tejidos blandos conforman un grupo de más de 50 tipos de tumores que tienen su origen en tejidos como los músculos o los huesos. De una forma esquemática podemos observar dos tipo de sarcomas, los que afectan a al tejido óseo y los que inciden en otro tipo de tejidos denominados blandos (tejido adiposo, músculo, nervios, componentes fibrosos y cartilaginosos de las articulaciones, vasos sanguíneos, zonas profundas de la piel…).

La localización es de lo más variopinto y pueden encontrarse en cualquier parte del organismo, aunque la mayoría se originan en las extremidades, en brazos o piernas, pero también los podemos identificar en el tronco, la cabeza o el cuello, los órganos internos y la zona retroperitoneal.

Según la “American Cancer Society”, en este año 2014 en Estados Unidos se diagnosticarán aproximadamente 12.020 nuevos casos, con mayor incidencia en hombres que en mujeres. Por otro lado este mismo organismo calcula que 4.070 personas pueden fallecer en este periodo a causa de este tipo de tumores.

De todos los tipos de sarcomas de tejidos blandos, los más comunes son el histiocitoma fibroso maligno, el liposarcoma y el leiomiosarcoma y respecto a sus causas son múltiples como en tantos otros casos de tumores y de nuevo el componente genético adquiere un papel relevante, especialmente si se dan otros factores coadyuvantes (Radiaciones, agentes químicos, etc..).

El aspecto preventivo se basa en tratar de evitar los factores de riesgo que pueden contribuir a generarlos, aunque estos factores no estén bien identificados ya que la mayoría de sarcomas de tejidos blandos y aparecen en personas que no presentan factores de riesgo aparentes. En principio una buena medida podría ser el estar atentos a los antecedentes familiares de ciertas enfermedades hereditarias causadas por mutaciones de genes supresores de tumores (Neurofibromatosis, Síndrome de Gardner, Retinoblastoma, Síndrome de Gardner, Síndrome de Werner, Sñíndrome de Gorlin o la propia Esclerosis tuberosa), en estos casos los genes mutados se pueden detectar mediante pruebas genéticas.

Además hay una medida muy eficaz de cribado que es muy sencilla y consiste en fomentar la educación sanitaria al respecto, siendo conscientes de la existencia de este tipo de tumores y pensando que ante cualquier protuberancia o masa que surja en el organismo hemos de acudir al médico para que la valore.