Dentro del cerebro, un circuito inicia el habla deseada en los ganglios basales, mientras que otro circuito coordina los músculos necesarios para generar el habla. La tartamudez surge de la iniciación del habla, por lo que sólo el primero de los dos circuitos está alterado.
Las técnicas de neuroimagen y modelización neurocomputacional están permitiendo comprender mucho mejor el funcionamiento del cerebro durante el habla y cómo surge la tartamudez.
Esta teoría coincide con las observaciones conductuales de la tartamudez, explican los autores de la investigación, presentada en la 181ª Reunión de la Sociedad Acústica de América.
Aproximadamente una de cada 20 personas pasa por un periodo de tartamudez durante la infancia. Hasta la segunda mitad del siglo XX, se creía que se trataba de un problema psicológico derivado de la falta de esfuerzo o de un trauma.
Las personas tartamudas suelen pronunciar palabras con fluidez más adelante en una frase, aunque las mismas palabras les causen tartamudez al principio de la misma.
El investigador Frank Guenther, de la Universidad de Boston, en Estados Unidos, compara el habla con una aparato reproductor de CD con dos circuitos: uno que elige un CD y otro que lo reproduce.
En el cerebro, esto corresponde a un circuito que inicia el habla deseada en los ganglios basales, mientras que otro circuito coordina los músculos necesarios para generar el habla. La tartamudez proviene de la iniciación del habla, por lo que sólo el primero de los dos circuitos está alterado. «En la tartamudez, los CD en sí están bien, pero el mecanismo para elegirlos está alterado», dice Guenther.
Esta teoría concuerda con las observaciones conductuales de la tartamudez. Las personas suelen pronunciar palabras con fluidez más adelante en una frase, aunque las mismas palabras les causen tartamudez al principio de la misma.
Guenther y su equipo crearon modelos computacionales de cómo funciona el circuito de iniciación del habla en un individuo no tartamudo. Como la enfermedad de Parkinson también afecta al circuito de iniciación, pueden comparar estos modelos directamente con los datos tomados de los ganglios basales durante la cirugía de estimulación cerebral profunda en pacientes con la enfermedad.
«Esto nos da una oportunidad de luchar por encontrar los problemas específicos que subyacen a la tartamudez y abordarlos con fármacos altamente dirigidos o tratamientos tecnológicos que tienen mínimos efectos secundarios no deseados», resalta Guenther.