Un estudio de viabilidad llevado a cabo por el Hospital Universitario Karolinska de Estocolmo (Suecia) ha descubierto que los drones pueden utilizarse para suministrar desfibriladores a personas con sospecha de parada cardíaca fuera del hospital y salvar su vida, ya que llegan más rápido que las ambulancias.
«Los drones entregaron un desfibrilador externo automatizado (DEA) justo en la puerta de las viviendas, donde se producen la mayoría de las paradas cardíacas, así como durante los primeros minutos de una parada cardíaca»
Ha explicado la autora del estudio, la doctora Sofia Schierbeck, del Hospital Universitario Karolinska. «Cuando un dron llegó antes que la ambulancia fue casi dos minutos más rápido. A medida que la tecnología de los drones mejore, debería ser posible aumentar el número de pacientes y los beneficios de tiempo», añade.
Qué es una parada cardíaca
La parada cardíaca es una afección potencialmente mortal en la que el corazón se detiene repentinamente. Es mortal si no se practica la reanimación cardiopulmonar y se aplica una descarga eléctrica con un DEA. Cada minuto sin tratamiento disminuye las posibilidades de supervivencia. Se calcula que la parada cardíaca causa una de cada cinco muertes en los países industrializados. La supervivencia no ha aumentado con los años, y la tasa de mortalidad es del 90 por ciento.
La doctora Schierbeck ha expresado que los tiempos de respuesta de los servicios médicos de urgencia son «cada vez más largos» y la gente rara vez tiene un DEA en casa. «Creemos que se necesitan formas novedosas de suministrar DEA para aumentar las posibilidades de supervivencia de estos pacientes. Por ello, realizamos el primer estudio de la historia, para investigar la viabilidad del suministro de DEA con drones a pacientes con sospecha de parada cardíaca fuera del hospital».
El estudio se llevó a cabo en la zona de la ciudad de Gotemburgo, en el oeste de Suecia, dentro del espacio aéreo controlado de un aeropuerto. El procedimiento habitual cuando se produce una sospecha de parada cardíaca fuera del hospital es que un testigo llame al número de emergencias, y el centro de despacho envía una alarma a las ambulancias que se dirigen lo más rápidamente posible al lugar.
En este estudio, como complemento, se instalaron tres drones en tres lugares diferentes, cada uno con un radio de vuelo de 5 kilómetros. Cuando se producía una sospecha de parada cardíaca en una de estas tres zonas, el centro de despacho también enviaba una alarma a los pilotos de los drones en el centro de control de los mismos. El piloto del dron se ponía entonces en contacto con la torre de control del tráfico aéreo y, si ésta aprobaba el vuelo, se desplegaba el dron. El piloto del dron lo vigiló y, cuando llegó al lugar de los hechos, el dron descendió a 30 metros de altura antes de descolgar lentamente un DEA. A continuación, el transeúnte que estaba con la víctima recuperó el DEA, que emitía un pitido para llamar la atención.
Entre junio y septiembre de 2020, se incluyeron 14 casos de paradas cardíacas. De ellos, un dron despegó en 12 casos. En 11 (92%) de estos casos se entregó con éxito un DEA en el lugar. La distancia media de vuelo fue de 3,1 kilómetros y los drones llegaron a una media de 9 metros de la víctima. El dron llegó antes que la ambulancia en el 64 por ciento de los casos, con un beneficio de tiempo de 01:52 minutos.
Punto de partida para el uso de drones en medicina de urgencias
«A diferencia de los estudios de simulación anteriores, este ha sido el primer estudio en el que se han desplegado drones con DEA en emergencias de la vida real», expresa la doctora Schierbeck, que indica que han desarrollado un sistema de DEA-drones vigilados a distancia, totalmente integrados con el servicio médico de emergencias, el centro de despacho y el control de la aviación. «Nuestro estudio demuestra que no solo es posible, sino que puede ser más rápido que una ambulancia. Es la primera prueba de concepto y el punto de partida para el uso de drones en la medicina de urgencias en todo el mundo», señala.
Con todo, una limitación de los drones utilizados en el estudio era que no podían volar con lluvia o viento fuerte. Al respecto, la doctora Schierbeck ha anunciado que «para 2022 deberíamos tener drones capaces de volar en la oscuridad y con lluvia moderada». Además, añade, «una mayor duración de las baterías podría aumentar la autonomía de vuelo y el número de habitantes cubiertos por un dron».
Según la autora del estudio, el reparto de DEA con drones podría ser una práctica habitual en los próximos años. «También podría ampliarse a otros escenarios médicos en un futuro muy cercano, como la entrega de epinefrina a pacientes con shock anafiláctico o la entrega de glucosa a pacientes diabéticos con niveles bajos de azúcar», concluye.