Ocho días de meditación intensa provocan una fuerte activación del sistema inmunitario.
Según han descubierto investigadores de la Universidad de Florida (Estados Unidos), que aseguran que es el primer estudio genómico completo sobre cómo la meditación afecta a los procesos biológicos directamente implicados en el desarrollo de enfermedades.
En el centro de la investigación están las prácticas de Ingeniería Interior, que son programas de meditación y yoga que hacen hincapié en el bienestar interior, explican los autores en la revista ‘Proceedings of the National Academy of Sciences‘.
«Lo que descubrimos fue que múltiples genes relacionados con el sistema inmunitario se activaban drásticamente cuando se realizan prácticas de ingeniería interior»
Aunque los efectos positivos de la meditación están bien documentados, se sabe mucho menos sobre sus efectos moleculares y genéticos, resalta el doctor Vijayendran Chandran, profesor asistente de pediatría y neurociencia en la Facultad de Medicina de la UF.
El interés de Chandran por las raíces moleculares de la ingeniería interior comenzó con la insistencia de su mujer, que le recomendó probarlo durante 48 días, y una dosis de sano escepticismo. Lo hizo durante unos 21 minutos al día. «Lo probé y funcionó muy bien. Me sentí muy bien», reconoce Chandran.
Eso también despertó su curiosidad científica de saber cómo beneficiaban exactamente al cuerpo las prácticas de ingeniería interior. Para establecer sus hallazgos, Chandran y sus colaboradores estudiaron los perfiles genéticos de 388 muestras obtenidas de 106 personas antes y después de un retiro avanzado de Ingeniería Interior en abril de 2018 en el Instituto Isha de Ciencias Internas en McMinville, un retiro estrechamente controlado donde los participantes permanecen en silencio durante ocho días, meditan más de 10 horas al día, comen alimentos veganos y siguen un horario de sueño regular.
Se tomaron muestras de sangre de los participantes en el retiro entre cinco y ocho semanas antes, justo antes y después del retiro, así como tres meses después. El análisis genómico reveló finalmente que varias vías celulares y relacionadas con el sistema inmunitario se vieron alteradas tras el retiro de meditación.
Sorprendentemente, encontraron una mayor actividad después del retiro en 220 genes directamente relacionados con la respuesta inmunitaria. Esto incluía una mayor actividad en 68 genes relacionados con la señalización del interferón, una parte clave de las respuestas antivirus y anticancerígenas del cuerpo. También establecieron que la mejora del sistema inmunitario tras el retiro se debe principalmente a la meditación y no a la dieta, los patrones de sueño o las diferencias de género.
Chandran, cuyas especialidades de investigación incluyen la bioinformática y el análisis de big data, tenía más de 70 millones de puntos de datos de las muestras de sangre. Como un detective de la policía que sigue un rastro de pruebas, Chandran dejó que los datos fueran su guía.
La meditación utiliza una red coordinada de genes y reguladores básicos para desencadenar un efecto positivo en el sistema inmunitario
«Lo que descubrimos fue que múltiples genes relacionados con el sistema inmunitario se activaban drásticamente cuando se realizan prácticas de ingeniería interior», asegura Chandran.
El aumento de la actividad genética entre los genes de señalización del interferón es especialmente significativo, según Chandran. Las proteínas del interferón convocan a otras partes del sistema inmunitario para defenderse de los virus y varios estudios recientes han demostrado que la señalización del interferón está desequilibrada en los pacientes con COVID-19 grave.
Esencialmente, los investigadores descubrieron que la meditación utiliza una red coordinada de genes y reguladores básicos para desencadenar un efecto positivo en el sistema inmunitario.
«Es la primera vez que se demuestra que la meditación puede potenciar la señalización del interferón. Demuestra una forma de influir voluntariamente en el sistema inmunitario sin necesidad de fármacos», afirma.
Los investigadores informaron de que los hallazgos también tienen implicaciones potenciales para muchas enfermedades relacionadas con el sistema inmunitario, como el COVID-19 y la esclerosis múltiple. Mientras que la meditación aumenta la actividad de los 68 genes relacionados con el interferón, los pacientes con COVID-19 grave tienen el problema contrario: una escasez de actividad del interferón que inhibe la lucha contra el virus.
Cuando los investigadores compararon la actividad de los genes del interferón en los participantes en el retiro y en los pacientes con COVID-19 grave, las diferencias fueron notables. La meditación activó el 97% de los genes de respuesta al interferón, en comparación con el 76% de activación de genes en los pacientes de COVID-19 leve y el 31% en los casos de COVID-19 grave.
También observaron la tendencia opuesta para los genes de señalización de la inflamación, donde vieron niveles significativamente altos de genes inflamatorios en los pacientes graves de COVID-19, en comparación con los pacientes leves y ningún cambio en los genes inflamatorios después de la meditación.
Asimismo, la meditación produjo una actividad genética beneficiosa comparable a la de los tratamientos convencionales con interferón administrados a los pacientes con esclerosis múltiple. En conjunto, los hallazgos apoyan la idea de que la meditación contribuye a mejorar potencialmente múltiples condiciones de salud, concluyeron los investigadores.
Aunque los hallazgos son intrigantes, Chandran también resalta que los efectos beneficiosos de la actividad génica necesitan más estudio, incluyendo la replicación en un ensayo clínico aleatorio. Igualmente podría ser útil determinar si un régimen de meditación menos intenso a largo plazo podría producir efectos beneficiosos similares en el sistema inmunitario, concluye.