Las olas de calor extremas están aumentando en los últimos años debido al cambio climático, y sus efectos cada vez se observan más en la salud. Ahora, un estudio presentado en la 71ª Sesión Científica Anual del Colegio Americano de Cardiología ha confirmado que el calor extremo provocó entre 600 y 700 muertes más por enfermedades cardiovasculares al año durante una década en Estados Unidos.
En concreto, el aumento de las muertes durante las olas de calor fue más pronunciado en los hombres y en los adultos negros no hispanos, lo que sugiere que el cambio climático puede exacerbar las disparidades existentes en materia de enfermedades cardíacas en estos grupos en los próximos años.
«Los efectos adversos del calor extremo sobre la salud son más amplios de lo que se creía hasta ahora»
Según los expertos, el calor puede provocar una mayor tensión en el corazón y desencadenar sucesos como ataques cardíacos. Además, algunos factores de riesgo de enfermedades cardíacas, como la diabetes, así como los medicamentos para el corazón, como los diuréticos y los betabloqueantes, pueden afectar a la capacidad de una persona para regular su temperatura corporal y dificultar el manejo del calor extremo.
Este estudio es el primero que evalúa las tendencias de las muertes por enfermedades cardíacas durante eventos de calor extremo a escala nacional. Los investigadores señalan que los estudios anteriores, centrados en ciudades concretas o basados en el calor como causa oficial de muerte, probablemente subestimen el verdadero número de víctimas de estos fenómenos.
«Estos resultados sugieren que los efectos adversos del calor extremo sobre la salud son más amplios de lo que se creía hasta ahora«, ha afirmado el autor principal del estudio, el doctor Sameed Ahmed Khatana, profesor adjunto de medicina de la Universidad de Pensilvania (Estados Unidos). «El cambio climático y sus consecuencias tendrán un impacto muy grande en nuestra sociedad en términos de salud, y la salud cardiovascular es un componente importante de ello», añade.
Para el estudio, los investigadores analizaron las tendencias de la temperatura y la mortalidad cardiovascular en los 3.108 condados de los Estados Unidos contiguos. Utilizando datos de la Red Nacional de Seguimiento de la Salud Ambiental de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades, se calculó la temperatura máxima diaria media de referencia de cada condado basándose en los registros de temperatura de 1979 a 2007.
A continuación, los investigadores identificaron los días de calor extremo que se produjeron en la década de 2008-2017, definidos como días en los que el índice de calor alcanzó los 90 F o más, y el índice de calor máximo estaba en el percentil 99 del índice de calor máximo diario en el período de referencia para ese día. Los datos del Centro Nacional de Estadísticas de Salud se utilizaron para evaluar las tendencias de la mortalidad cardiovascular durante la misma década.
Los resultados generales revelaron que cada día adicional de calor extremo en un mes se asoció con un aumento del 0,13 por ciento en las muertes por enfermedades del corazón, lo que equivale a una media de 600-700 muertes adicionales por año en toda la década estudiada.
Diferencias entre géneros y grupos raciales
Sin embargo, se observaron tendencias diferentes entre géneros y grupos raciales. En el caso de los hombres, cada día de calor extremo se asoció con un aumento del 0,21 por ciento de la mortalidad cardiovascular, pero no hubo ninguna asociación significativa en el caso de las mujeres.
Entre las poblaciones negras no hispanas, cada día de calor extremo se asoció con un aumento del 0,27 por ciento de la mortalidad, pero no hubo una asociación significativa para las poblaciones blancas no hispanas o hispanas. Según los investigadores, estos resultados sugieren que la carga de mortalidad cardiovascular de las olas de calor es soportada «de forma desproporcionada» por los hombres y por las comunidades negras.
«Nos sorprendió la significativa heterogeneidad entre subgrupos raciales y entre géneros», afirma Khatana. «El calor extremo tiene un efecto importante en la mortalidad cardiovascular en todo el país; sin embargo, ese efecto se está sintiendo de forma desproporcionada en diferentes poblaciones».
Según los investigadores, hay varios factores que pueden contribuir a estas disparidades. Por ejemplo, la mayor proporción de hombres que trabajan en sectores en los que puede ser más difícil evitar la exposición sostenida al calor, como la construcción y la agricultura, podría explicar parte de la diferencia entre géneros.
Así, el mayor riesgo entre las poblaciones negras podría estar relacionado con las disparidades sanitarias sistémicas y con las diferencias en el entorno construido, como el menor acceso al aire acondicionado y a la cubierta arbórea que protege del calor, que han resultado de una historia de segregación y discriminación en los barrios predominantemente negros.
Para Khatana, los médicos, los planificadores urbanos y los dirigentes deben reconocer el creciente coste sanitario del calor extremo y trabajar para preparar a los hospitales para las oleadas de calor, proporcionando acceso a centros de refrigeración y protegiendo mejor a las poblaciones vulnerables, como los ancianos. Las modificaciones del entorno construido, como la plantación de más árboles en las zonas urbanas, también pueden ayudar a reducir el impacto de las olas de calor.
«Los responsables políticos también tienen que darse cuenta de que las negociaciones sobre el clima tienen un impacto real en la salud de las personas aquí en Estados Unidos y en sus propias comunidades», ha expresado Khatana. «Las repercusiones del cambio climático en la salud vienen produciéndose desde hace tiempo y es probable que sigan empeorando con el aumento de las temperaturas», concluye.
Fuente: Europa Press.