Algo que parece tan normal para alguno se puede transformar en una auténtica pesadilla para otros, los trastornos del sueño son una de las patologías más frecuentes en nuestra sociedad, muchas veces motivado por el estrés y los hábitos de vida.
Dicen los expertos en esta materia que pasar una noche sin dormir equivale a realizar una caminata de tres kilómetros y que se consumen aproximadamente 135 calorías, es decir que las personas consumimos más energía cuando estamos despiertas en la cama que cuando estamos disfrutando de un plácido sueño, al menos es lo que se deduce de un reciente estudio desarrollado por la Universidad de Colorado (Estados Unidos).
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El sueño es un proceso fisiológico necesario para el organismo y que sin embargo cuando nos referimos a “quejas” sobre el sueño, en términos de prevalencia en población general, los estudios concluyen que alrededor de un 30% tiene al menos alguna de las manifestaciones propias del insomnio. Cuando se añade en la definición las consecuencias clínicas diurnas del insomnio y la insatisfacción con la cantidad/calidad del sueño, esta prevalencia se sitúa entre un 9%-15% y un 8%-18%. Sin embargo, si la definición se basa además en la clasificación del DSM-IV, la prevalencia de las personas con diagnóstico de insomnio se reduce al 6%.
[blocktext align=»right»]pasar una noche sin dormir equivale a realizar una caminata de tres kilómetros y que se consumen aproximadamente 135 calorías[/blocktext]
En base a estos datos elaborados recientemente por expertos, podríamos afirmar que una de cada cuatro personas en nuestro país padecen un trastorno en sus ritmos de sueño – vigilia, es decir padecen de una u otra forma trastornos relacionados con el sueño, popularmente conocidos como fenómenos relativos al insomnio.
Los malos hábitos íntimamente ligados a nuestras costumbres y forma de vida (siestas diurnas, ruidos, falta de ejercicio, ver televisión o escuchar radio, pasar demasiado tiempo en la cama mientras se está despierto, variaciones en la hora de acostarse…), el uso de algunos medicamentos, alcohol o tabaquismo, los trastornos de ansiedad y estrés u otras enfermedades metabólicas o endocrinas junto a otros aspectos pueden determinar que esta patología aflore en nosotros tarde o temprano y pasemos a engrosar la larga lista de los ya afectados.
Las manifestaciones y síntomas que el médico escucha en su consulta están basados en dificultades para conciliar el sueño, sentimiento de cansancio al levantarse con adormilamiento a lo largo del día o lo que es también frecuente, fenómenos de despertar precoz varias veces durante la noche.
Varios estudios han demostrado una asociación del insomnio con un peor estado de salud en general y con la percepción de la propia salud como mala, ya que el insomnio casi siempre se presenta asociado a fatiga diurna y alteraciones del humor tales como irritabilidad, disforia, tensión, indefensión o incluso estado de ánimo deprimido.
En todos los casos es necesario realizar una buena profilaxis e higiene, evitando irritantes, excitantes y las malas prácticas que hemos referido anteriormente; poniendo especial énfasis en un análisis en profundidad, que siempre debe de hacerlo un especialista, acerca de sus hábitos, estados de ánimo, preocupaciones y situaciones de estrés y ansiedad acompañantes.
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