APLV, la primera alergia alimentaria entre los lactantes

La APLV (Alergia a la Proteína de la Leche de la Vaca) es la principal alergia alimentaria en lactantes y primera infancia, hasta tal punto que se estima que un 2% de los lactantes llegan a sufrir este problema. En España el porcentaje de alérgicos a leche de vaca en el primer año de vida se sitúa entre el 0,36% y el 1,95%. Ocupa el tercer lugar en las patologías alérgicas detrás de la alergia al huevo y al pescado.

 

La APLV se suele producir con el segundo contacto con la proteína de la leche de vaca, pero se han dado casos en los que se produce desde la primera ingesta dado que la sensibilización se puede producir no solo por la ingestión al introducir la leche de vaca en el biberón, sino que se ha demostrado que se puede producir incluso antes en casos de contacto cutáneo directo o indirecto (besos, roces, vómitos) y también por inhalación. Incluso a veces durante la lactancia materna se ven síntomas de APLV por el paso de proteína a través de la secreción láctea.

La sintomatología es diversa y variopinta y depende fundamentalmente del bebé y de sus características y antecedentes personales y familiares (rasgo atópico familiar, administración precoz de PLV (proteínas de la leche de vaca) con posterior lactancia materna (biberón en maternidades) o la administración intermitente de PLV durante la lactancia materna). Los síntomas pueden ir desde alteraciones cutáneas como dermatitis hasta casos más intensos con un componente digestivo marcado (molestias gastrointestinales, nauseas, vómitos, diarrea, etc…) y en casos muy exacerbados puede haber incluso un cortejo sintomático respiratorio que en determinadas situaciones especialmente graves puede llegar a producir un shock anafiláctico, que aun siendo excepcional no hay que olvidarlo a la hora de evaluar esta patología.

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La sintomatología de la APLV es variada.

Algunas recomendaciones que establecen los alergólogos para mitigar la APLV son:
• Dieta rigurosa y estricta de lácteos y derivados así como de alimentos que contengan PLV (Proteínas de leche de vaca) al menos hasta que el especialista determine el diagnóstico exacto.

• Supresión de la dieta también de la leche de cabra y oveja (por la similitud de proteínas que presentan con la leche de vaca).

• Revisión cuidadosa del etiquetado de los productos para evitar sorpresas desagradables. Hay bastantes productos que llevan en su composición PLV y por ello hay que extremar las precauciones. Además no siempre viene especificado.

• Tener en cuenta que incluso sin llevar PLV puede darse el fenómeno de la contaminación cruzada, es decir, el que haya habido contacto con alimentos que si contienen estas proteínas.

• En caso de persistir la lactancia materna, la madre debe eliminar de su dieta exenta de PLV

• En caso de lactancia artificial utilizar fórmulas especiales siempre bajo la supervisión del especialista.

• Limitar el consumo de productos industriales, tienen más opciones de llevar PLV.

• Identificación de su calidad de alérgico a la PLV, con un identificador (pulsera, placa…).

• Se debe consultar al especialista la conveniencia de llevar adrenalina autoinyectable y que paciente, familiares y cuidadores tengan el entrenamiento necesario para su administración.

• Se debe advertir siempre al médico y al farmacéutico la condición de alérgico a la PLV, aun así, ante cualquier medicamento, se debe leer cuidadosamente el prospecto en el apartado de composición.

• En caso de duda un buen sitio donde informarse es en la web de la Asociación Española de Personas con Alergia a Alimentos y al Látex (AEPNAA).

Por último, recientemente, se ha demostrado que es posible adquirir tolerancia oral en un número significativo de niños durante el primer año de vida mediante la incorporación del probiótico Lactobacillus rhamnosus GG (LGG), que actúa al parecer como inmunomodulador, a una fórmula de caseína extensamente hidrolizada.

Esta es una de las principales novedades en el manejo dietético de la APLV que estos días se analiza en el Simposio Allergy Day, organizado por el Instituto de Nutrición Pediátrica Mead Johnson en Madrid, y en el que se dan cita nueve destacados expertos internacionales.

En cualquier caso este tipo de conclusiones deben ser contrastadas y ratificadas en cada caso por el especialista, con el alergólogo, que hace el seguimiento diario del paciente y cuyo consejo y opinión son fundamentales. No confundir la intolerancia o alergia a la PLV con la intolerancia a la lactosa.